Villamayor de Santiago, 8 de octubre de 1838 , un ruido ensordecedor parecido al sonido de las balas de un fusil, alerta a los vecinos. Piedras caídas del cielo rompen los cristales de las casas, la gente se resguarda como puede de lo que parece ser una horrible granizada o más bien podemos hablar de la “Gran Tempestad de 1838” . Los olivos quedaron dañados y el rio Cigüela se desbordó arrasando cosechas de patatas. Muchas casas sufrieron destrozos.
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